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viernes, 11 de noviembre de 2011

Renzo Piano

Renzo Piano nació el 14 de septiembre de 1937 en Génova (Italia), en el seno de una acomodada familia de empresarios de la construcción.


Después del descalabro que para Italia supuso su participación en la Segunda Guerra Mundial, su infancia se vio ensombrecida por la decadencia y las carestías de la inmediata posguerra. Habría que esperar a la década de los cincuenta para que el país, y especialmente las ciudades del norte, como Milán, Turín y la misma Génova, despertaran de aquel largo letargo económico y empezaran a reconstruir los barrios, las fábricas y las infraestructuras, maltrechas por una guerra aún demasiado reciente.

En ese contexto de recuperación económica, el joven Renzo, auspiciado por las grandes perspectivas que le brindaba el negocio familiar, decidió cursar estudios de arquitectura. Así, en 1959 entró en el Politécnico de Milán, donde se graduaría cinco años más tarde. También fue en Milán, y en ese mismo período, cuando conoció a la que sería su primera esposa, Magda Arduino. Fruto de aquella relación, en 1965 nacería el primero de sus tres hijos.


Asimismo, en esos años de formación, Piano no se abstuvo de compaginar los estudios con el trabajo en la empresa constructora de su padre. Esta decisión habría de tener suma importancia en el posterior desarrollo de su carrera, toda vez que fue allí donde pudo empezar a experimentar, sin ataduras, con nuevos diseños y aplicaciones para materiales, algunos de los cuales, como por ejemplo el plástico, los emplearía en futuros proyectos como el del Pabellón de la Industria Italiana en la Exposición de Osaka (Japón) de 1970.

Una vez terminados los estudios y bajo la influencia de su amigo y maestro, el proyectista Jean Prouvé, desarrolló una serie de diseños cada vez más rupturistas con los que pretendía cuestionar paradigmas tradicionales de la arquitectura como la autoría, la perdurabilidad o la rigidez espacial. Bajo estas premisas, proyectó una serie de edificios adaptables, como la Casa de Garrone (Alessandria, Italia, 1966), en los que el propietario podía alterarlos o completarlos según su conveniencia y necesidad.



En ese mismo período desempeñó también una intensa labor docente e impartió clases en su antigua universidad, el Politécnico de Milán, así como en la Architectural Association School en Londres.
En este último centro entabló amistad con Richard Rogers, un arquitecto tan joven e inconformista como él que lo pondría en contacto con la arquitectura metabolista y visionaria preconizada por el grupo vanguardista inglés Archigram. Las afinidades entre ambos les empujaron a asociarse y crear una oficina aún hoy mítica, Piano & Rogers.

Después de unos primeros proyectos que no pasaron de la mesa de dibujo, en 1971 ganaron un concurso que habría de cambiar sus vidas: la construcción del Centro Georges Pompidou en París. El edificio, como en el pasado ya ocurriera con otro símbolo de la ciudad, la Torre Eiffel, fue polémico desde un principio.


Para buena parte de la opinión pública, aquella enorme cápsula transparente que dejaba a la vista -hecho insólito hasta aquel momento- las tuberías, los conductos de ventilación y demás, se asemejaba más a una refinería que a lo que propiamente debía ser un centro de arte. Con todo, y a pesar de las voces contrarias y de las enormes dificultades técnicas y estructurales que entrañó la construcción del singular edificio, los trabajos siguieron adelante y en 1977 se inauguró con solemnidad de Estado.
Desde entonces, el Beaubourg -como popularmente se le conoce- se ha convertido en una de las principales atracciones de la ciudad. Prueba de ello son los más de 150 millones de personas que lo visitaron en sus primeros veinte años de vida y que obligaron a renovarlo a fines de la década de los noventa, en un largo y costoso proceso dirigido por el propio Renzo Piano.

En 1977, junto con el ingeniero Peter Rice, fundó un nuevo estudio en Génova. De ahí saldrían en los años siguientes, y hasta la muerte de Rice en 1993, trabajos altamente reflexivos. Éste fue el caso de la Habitación-Laboratorio en Otranto (Italia, 1979), un taller de participación ciudadana en el que se debatió cómo debía rehabilitarse el barrio antiguo de la ciudad; o el de la Vivienda Evolutiva en Corciano (Perugia, Italia, 1978-1982), una urbanización diseñada a partir de unos módulos prefabricados y estandarizados de hormigón acoplables entre sí, y cuyo interior podía ser modificado por el propietario.


Entre las intervenciones más relevantes de este período cabría destacar, entre otros, el Museo de la Menil Collection (Houston, Estados Unidos, 1981-1986), destinado a alojar una importante colección privada de arte primitivo y contemporáneo. Uno de los retos del proyecto fue el de conjugar los muchos condicionantes que la propietaria y benefactora, Dominique de Menil, había impuesto al diseño.

Tales requisitos se solucionaron creando un edificio en el que los distintos volúmenes y planos se interrelacionaron entre sí y con el exterior a partir de una galería circundante. Con todo, uno de los elementos más logrados fue la cubierta de las salas de exposiciones, creada mediante un entramado de finísimas placas de hormigón que, a la vez que dejaban penetrar la luz solar, impedían que los rayos ultravioletas, dañinos para la conservación de las piezas, se filtraran en el interior.



El Aeropuerto de Kansai (Osaka, Japón, 1988-1994) estaría entre sus obras más complejas. No en vano, el aeropuerto, asentado en una isla artificial en la bahía de Osaka, debió idearse para resistir los frecuentes terremotos y los ocasionales, pero aún más terribles, maremotos.


La principal innovación del proyecto fue la aerodinámica y ondulante cubierta de la terminal, que, lejos de ser un capricho estético, vino determinada por las investigaciones y los cálculos de resistencia estructural. El éxito de esta obra colosal se confirmó en 1995 cuando un fuerte terremoto sacudió el área de Osaka y en Kansai ni tan siquiera se rompieron las cristaleras.




Otra de sus obras insoslayables es el Centro Cultural Jean-Marie Tjibaou en Noumea (Nueva Caledonia, 1991-1998), en el que aunó las culturas del Pacífico y la modernidad. En 1998, año en que finalizaron las obras del conjunto, Piano recibió en la Casa Blanca de manos del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, el prestigioso Premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura.

En los últimos años, Renzo Piano ha seguido manteniendo un ritmo de actividad frenético, realizando obras y proyectos por todo el mundo. De entre estos trabajos recientes habría que mencionar el Museo de la Fundación Beyeler (Basilea, 1992-1997), la Remodelación de la Potsdamer Platz (Berlín, 1992-1998), el Auditorio Paganini (Parma, 2001), los tres auditorios del Parque de la Música (Roma, 1994-2002) y la nueva sede del The New York Times en Manhattan.


Desde que en 1977 cambiara el curso de la arquitectura moderna con la construcción del Centro Georges Pompidou, Renzo Piano no ha dejado de evolucionar y aun de sorprender con cada uno de sus proyectos. Aunque no han sido pocas las voces que lo han calificado como el arquitecto de la alta tecnología, él siempre ha rehusado este tipo de etiquetas: «Cuando el estilo llega a convertirse en una marca, en un sello personal, éste deviene una jaula». Sus innovadores diseños, lejos de ser casuísticos o ambiguos, como a veces se ha dicho, han sido configurados en estrecha relación con el marco geográfico y cultural en el que están asentados así como con la función y los destinatarios de los mismos. Este sentido ético de la práctica arquitectónica sería, precisamente, el atributo que mejor podría definir la poliédrica y extensa obra de este proyectista italiano.




Fuentes:
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/piano.htm
http://www.rpbw.com/
http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Buildings_by_Renzo_Piano

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