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viernes, 10 de diciembre de 2010

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domingo, 28 de noviembre de 2010

Adiós al "platillo volante"

Adiós al platillo volante

El Parque de Atracciones de Madrid desmantelará la torre con restaurante, un símbolo desde hace 40 años - El mirador dejará sitio a unas sillas voladoras

JÉSICA ZERMEÑO - Madrid - 31/03/2010
 
Subir sus 20 metros de alto en el ascensor los domingos y contemplar la ciudad desde su mirador con un helado en la mano fue para varias generaciones de niños madrileños el ansiado premio con el que sus padres reconocían su buen comportamiento. Pero eso se acabó. El árbol-cafetería del Parque de Atracciones desaparecerá para dar lugar a una nueva atracción, el Star Flyer, las sillas voladoras, la diversión que lo reemplazará a partir de junio si los planes no fallan. No sólo los niños, también muchos adultos sentirán nostalgia de ese platillo volante con plataforma giratoria, símbolo del Parque durante tantos años.


Comenzó a funcionar el 15 de mayo de 1969 como cafetería-restaurante, coincidiendo con la inauguración del Parque. Era una atracción más: montar en su ascensor interno costaba un nappy -los vales con los que se accedía a las atracciones-, que al principio costaba cinco pesetas y llegó a valer 25. Pero el restaurante cerró en 1978 porque sus responsables determinaron que ya no era rentable.

El ascensor, en el que sólo cabían seis personas, incluyendo el ascensorista, era insuficiente para atender el tráfico de los visitantes que cabían en el local: 60 cómodamente sentados, más otros 60 de pie en la barra y otros 80 en el mirador. "El ascensor estaba siempre lleno, y subir a la cafetería por la escalera de caracol eran unos cuantos escalones. Por eso no dio ganancias, porque de esa manera nunca se llenaba el lugar", dice la portavoz del Parque, Yolanda González. Esa es la versión oficial. Otros dicen que cerró por incumplimiento de las normas de seguridad.

Lo cierto es que en 1990 el platillo volante se convirtió en un árbol gigante, todo verde, gracias a las plantas que empezaron a colgar por su fachada, para que fuera más acorde con la Casa de Campo, el pulmón de Madrid, donde está ubicado el Parque.

Pero la estructura mítica no fue sólo cafetería y árbol. También fue escenario de películas, como El padre de la criatura (1972), Tobi, el niño con alas (1978) -recordada porque Tobi echa a volar desde la torre- y Siete mil días juntos (1994), gracias a que el primer director del Parque, Juan Botas Sánchez, era también presidente de Dipenfa, una productora de cine.

Los estudios técnicos del terreno ya están listos para comenzar con el montaje de la nueva atracción. "La semana que viene ya se empieza a desmantelar y demoler, pero se intentará aprovechar la estructura para la nueva atracción", asegura la portavoz.


El Parque no puede reinventarse de otra manera. Las 20 hectáreas que ocupa son una concesión del Ayuntamiento y están en zona verde por lo que no pueden ampliarse. [...]




Fotografias a lo largo de la vida de la estructura




















Faro de Moncloa

La Torre de Iluminación y Comunicaciones del Ayuntamiento de Madrid, más conocida como Faro de Moncloa, es una estructura de 110 metros situada en el distrito de Moncloa-Aravaca. Es un importante centro de comunicación de Madrid y es visible desde todo el noroeste de la ciudad. Fue proyectada por el arquitecto madrileño Salvador Pérez Arroyo en 1990, se construyó en el año 1992, y hoy ocupa el lugar 11º de las construcciones más altas de Madrid, seguida muy de cerca por el Edificio BBVA, en AZCA. El acceso a la parte del mirador se efectuaba generalmente a través de un ascensor exterior acristalado que tardaba 20 segundos en llegar a la cima. En el mirador superior, en forma de media luna hubo durante un tiempo un restaurante.








Fue una obra polémica en su tiempo porque según algunos expertos rompía la estética de la zona. Al poco de su inauguración y debido al fuerte viento algunas de las planchas metálicas que recubrían la torre situadas en las partes más altas, de varias toneladas de peso se desprendieron de la estructura y cayeron al suelo sin que afortunadamente hubiera que lamentar desgracias personales, si bien hubo que añadir más remaches para reforzar la sujeción de dichas planchas. Salvo el mirador, el resto de la torre está constituida por el ojo hueco de los ascensores y una escalera en forma de espiral de tan sólo 80 centímetros. Este hecho resultaba más peligroso si tenemos en cuenta que el pasamanos de dicha escalera producía fuertes descargas de electricidad estática a quien lo tocaba. Esta fue una de las razones por las que a tan sólo 13 años de su construcción, en agosto de 2005 tras el incendio del edificio Windsor fue clausurado por incumplir la normativa de seguridad del Ayuntamiento de Madrid.







En enero de 2009 el ayuntamiento de Madrid anunció que invertiría 4,5 millones de euros en adaptar el Faro de Moncloa a la normativa de seguridad que se aprobó tras el incendio del Windsor el 13 de febrero de 2005.
Se desconoce aún la fecha de reapertura al público del Faro.

PLANOS (tras remodelación)










PROCESO CONSTRUCTIVO

 








REMODELACIÓN




Constructivismo ruso




El constructivismo ruso es el movimiento arquitectónico que mejor se conoce en occidente. Para la cultura nacional rusa, en su totalidad, el período del vanguardismo ruso en el arte, y particularmente, en el campo de la arquitectura, es un periodo que comprende una parte muy importante de esta cultura.



Los rusos han ocupado un ambiente cultural -muy sugestivo- gracias al vanguardismo desde la primera década del siglo veinte. El constructivismo ruso fue un buen momento para la historia de la arquitectura. Pero, sobre todo, es una parte importante de esa historia del vanguardismo -como escuela y como tendencia arquitectónica-. Así, como también, es la parte más importante de este original movimiento artístico de ruptura con la tradición rusa. El constructivismo ruso -como concepción vanguardista- fue capaz de dar muchas ideas nuevas para la arquitectura: esa corriente de la arquitectura universal que se llama “desconstructivismo” por ejemplo, y que está enraizada dentro del constructivismo ruso. El constructivismo ruso tuvo el acierto de no conformarse con el “prolekultur”, sino que solo formó parte de ese “prolekultur”. El “prolekultur” fue una corriente de extrema izquierda en todo el arte, en toda la cultura rusa, que buscaba una nueva unidad entre la ciencia, la industria y el arte. Y, con mucha lucidez política, el constructivismo formó parte orgánica de este movimiento cultural.



Metido en esa vanguardia, el constructivismo ruso no fue un movimiento más de los tantos que existieron. Sucedió que el constructivismo ruso dentro de todas estas tendencias nuevas impulsó mejor su concepción, y fue el único movimiento arquitectónico y pictórico que logró realizarse totalmente en la práctica. Estos proyectos “altisonantes” de los constructivistas llamaron mucho la atención occidental, y está acción “proyectual” levantó la propaganda hacia el constructivismo como movimiento artístico. No por eso dejaron de existir otras tendencias que no eran menos interesantes que el discutido constructivismo. El constructivismo fue el único movimiento ruso que logró captar la atención a nivel mundial en el exterior.

Vladimir Tatlin fue un excelente pintor ruso, el más ilustre representante del constructivismo pictórico desde la época en que se formó el movimiento donde estaban otros como Malevich, Rodckenko, Kandinsky y Gan Lissitzky, entre otros, que crearon grandes “obras” para el conjunto de las artes plásticas y el diseño gráfico dentro del vanguardismo. Esta época estuvo muy caracterizada: los pintores “proyectaban” y los los arquitectos “dibujaban”. De la pintura se llegó a la arquitectura. Se puede decir que el símbolo del vanguardismo arquitectónico de los años veinte fue el proyecto de Vladimir Tatlin para el edificio en la III Internacional Comunista. Aprovechando los nuevos materiales de los últimos tiempos, y de las nuevas “estructuras” con el uso del hierro, el cemento, y el nuevo estilo espectacular del hormigón armado.

El “proyecto” de Tatlin es un proyecto fantástico: el arquitecto ha creado una nueva imagen, un nuevo lenguaje para la arquitectura y para el arte. Era un “proyecto” extraordinario, una visión filosófica nueva. Era un edificio que miraba hacia el futuro: la forma del edificio era una “espiral”. Una “espiral” que se desarrollaba de abajo hacia arriba, un edificio inclinado y con un ángulo de inclinación que coincidía con el ángulo de inclinación de la tierra. El edificio de Tatlin era una “estructura” que se desarrollaba y se lanzaba hacia el futuro. La “espiral” nos hace recordar el desarrollo de la humanidad de abajo hacia arriba, era un icono simbólico del progreso. Era una visión del “futurismo”. Sin embargo, este edificio era una reminiscencia fiel a la imagen “historicista” de la Torre de Babel, algo que nos remitía al Génesis –según el designio divino de poblar la tierra de habitantes reunidos en la llanura del Senaar-, después del Diluvio, cuando decidieron construir aquella célebre torre bíblica: donde Dios confundió milagrosamente el lenguaje de los constructores de ese vasto monumento llamado Birs-Nimrud; o un enorme parecido al “babélico” cuadro del holandés Brueghel llamado también “Torre de Babel”. La misma congruencia edificable -era esa imagen de Tatlin-, que alternaba y friccionaba muy bien -en altivez- con la Torre de Eiffel (a cuya fastuosidad “futurista” le expresó más tarde su admiración Vladimir Maiacovski en su poema Conversando con la Torre de Eiffel).






El trabajo de Tatlin no fue solamente construir un icono, una obra monumental, sino este edificio era para albergar el trabajo de la III Internacional Comunista. Y, aquí, se puede volver al contenido del termino constructivismo. Hay una opinión –tergiversada- que los constructivistas son aquellos arquitectos que experimentaban con las “estructuras”. La semántica de la palabra “construcción” en ruso no significa “estructura”, sino “edificación”. El constructivismo esperaba -entonces- con esta palabra no referida a las “estructuras” sino a las “edificaciones” del mundo, hacer “un cambio” en el mundo, y generar ciertos procesos sociales de “cambios” a través de la arquitectura.
El materialismo y el pragmatismo en la obra arquitectónica de Ginzburg es también “el ultimo suspiro” del constructivismo. Se puede afirmar que Ginzburg fue una de las figuras más representativas del constructivismo arquitectónico, y se puede decir también que era el ideólogo. Filosóficamente, el constructivismo era un movimiento cultural que estaba relacionado con los grupos de arquitectos constructivistas. En la cultura rusa, espontánea y rigurosamente, o quizá, insólitamente, es “la regla de oro” de la cultura rusa donde se mezclan las cosas que parecen ser muy distintas. Por eso -en el constructivismo- se mezclan el positivismo con el pragmatismo, el realismo con lo fantástico, un idealismo insólito con un racionalismo permanente. El constructivismo, como teoría y agitación cultural, tenía entre sus “manifiestos” una concepción filosófica, una ideología idealista para transformar el mundo. Los arquitectos constructivistas se contradecían, pretendían hacerlo con “métodos” muy concretos, con “postulados” y “teoremas”, con propuestas matemáticas e ingeneriles, y con teorías muy pragmáticas.
La Asociación de Arquitectos Contemporáneos (OSA) que de manera formal estaba bajo la dirección de Lissitzky era una organización que presionaba hacia la modernidad, pero este impulso efectista liquidó un proyecto “futurista” y dió pasó al rígido Plan de Vivienda. Los constructivistas no estaban solos en el escenario de los años 30, había otras tendencias. Ginzburg era el iceberg de cierta tendencia “futurista”, con sus ideas, y teniendo como representantes artísticos a los hermanos Vesnian, ellos se aproximaron a cierto surrealismo. Se acercaron a las formas occidentales de la arquitectura contemporánea, en este vaivén cultural, expusieron sus concepciones teóricas, y Lizzitsky fue el predicador de cierto activismo modernizante en el año 32, donde también destacaron otros arquitectos como Leonidov, Golosov, Melnikov y Ladovsky, entre otros, de gran aporte conceptual y de “proyectos” que han quedado para la posteridad en la historia de la arquitectura, y en “El Constructivismo”.
Estos “sindicatos” de artistas y arquitectos que agitaban , empezaron a ser vistos como emporios de disconformidad, estas uniones independientes y contestatarias fueron declarados fuera de la ley, y se creó otro orden administrativo burocrático, una sola y vertical organización para todos los arquitectos de la Unión Soviética que se llamaba Unión de Arquitectos de la URSS. Esta fue una de las fórmulas represivas que se estilaron durante el régimen duro de Stalin, no solamente para controlar e intervenir en asuntos del oficio de la arquitectura, sino en todas las demás artes, incluidas otras esferas de la vida espiritual y cultural. Fueron prohibidos los ejercicios de diversas profesiones, se formaron organizaciones totalitarias que fiscalizaban las actividades creativas de los arquitectos, pintores, cineastas, músicos y escritores.





La idea de unir a todos los arquitectos en una sola asociación nació el año 28, en la misma Sociedad de Arquitectos, porque existían tantas tendencias y tantas fracciones que se peleaban entre ellos, y eso distraía la atención de los arquitectos de los problemas fundamentales e importantes. Los iniciadores de esta nefasta iniciativa, los promotores de estas ideas unionistas eran –precisamente- los mismos constructivistas y en particular Guinzburg. No se puede precisar si la OSA., fue un pretexto de los unionistas para liquidarla y suspenderla, de todas formas, habían condiciones para que hubiera terminado así clausurada e inutilizada, desde su interior brotaba un sector estalinista, pro-burócrata, y otro sector: más libre –por lo menos- de las hegemonías políticas. El burocratismo que propició Stalin, contribuyó a que en la arquitectura se diese la proliferación de las construcciones prefabricadas, algo que transformó la arquitectura rusa en monocorde, en una arquitectura de diseño elemental y soso. Los estanilistas decían que no había recursos para construir, y otros decían que no había arquitectos para el diseño de la nueva arquitectura, y se justificaba el pre-fabricado.







Torre de Shújov
La Torre de Shújov (en ruso Шуховская башня, transliterado como Shujovskaya o Shukhovskaya Bashnya), es una estructura hiperboloide, también conocida como la torre Shábolovka, es un marco de acero aislado de 160 metros de alto torre hiperbólica en Moscú, que fue construida entre 1920 y 1922 como una torre de transmisión para la red de radiodifusión rusa.





 Leningrad Pravda
 Konstantin Melnikov, 1924





Wolkenbugel
En 1925, después de que el gobierno suizo negase su petición de renovar el visado, Lisitski regresó a Moscú. Continuó hasta su muerte su actividad dentro del campo gráfico, arquitectónico, publicitario, teatral y cinematográfico. Comenzó a enseñar diseño de interiores, metalurgia y arquitectura en VKhUTEMAS (Talleres Estatales Superiores Artísticos y Técnicos), un puesto que mantendría hasta 1930.

Estando allí, dejó de hacer prounen y fue dedicándose más a la arquitectura y los diseños de propaganda. De esta ápoca data su proyecto para la tribuna de Lenin y el rascacielos llamado Wolkenbügel. Era un rascacielos único que diseñó en 1926 junto con el arquitecto Mart Stam, sobre tres postes, planeado para Moscú. Aunque no se construyó nunca, el edificio era una franca contradicción con el estilo de vertical de los Estados Unidos, puesto que el edificio sólo se levantaba hasta una altura relativamente modesta y luego se expandía horizontalmente sobre una intersección de manera que se hiciera mejor uso del espacio. Sus tres postes estaban en tres esquinas diferentes de la calle, enmarcando la intersección.