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lunes, 2 de enero de 2012

MIguel Fisac: Huesos varios

 Hijo de un farmacéutico, la guerra civil interrumpió sus estudios de arquitectura en Madrid. Permaneció escondido durante el conflicto en su localidad natal, Daimiel. Se titula en la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1942 con la obtención del Premio Superior. Disconforme con la arquitectura de su tiempo, logró un estilo de gran personalidad, en el cual incorporaba originales soluciones estructurales con hormigón pretensado y sus características vigas-hueso.


Desde sus inicios, en que va rechazando el racionalismo de sus maestros al percibir que en ellos la plástica arquitectónica no responde a las exigencias técnicas y a la necesidad humana, se vio influido por la obra del arquitecto norteamericano Frank Lloyd Wright, el neoempirismo del arquitecto Erik Gunnar Asplund y el organicismo nórdico, experimentado en su viaje en 1949 a Suecia. Se interesa también por la arquitectura popular, en la que la realidad del paisaje, de las características humanas, históricas y geográficas del lugar se funden con el valor plástico o incluso técnico. Miembro numerario del Opus Dei enseguida recibió el encargo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas para ordenar la zona sur de la Colonia Los Chopos en Madrid. Remodeló el antiguo auditorio de la Residencia de Estudiantes para construir la nueva capilla del CSIC. La decena de años en los que trabaja en torno a las nuevas edificaciones de este organismo supone la transición que modela su lenguaje desde un sobrio clasicismo hasta asimilar la influencia del organicismo.




Con una idea social de la arquitectura y de crear viviendas para gente pobre, el primer concurso al que concurrió fue uno para viviendas mínimas que organizó el COAM. Lo ganó con un proyecto de viviendas en cadena de superficie mínima y precio muy económico; se hacían por equipos que podían trabajar en continuación. Las viviendas tenían 21 metros cuadrados y costaban menos de 20.000 pesetas, pero aun cuando había tres instituciones políticas dedicadas a la vivienda ninguna se lo tomó en serio y el proyecto no cuajó. Sin embargo Fisac siguió buscando soluciones prefabricadas que resolvieran el problema.




Por otra parte revolucionó en los años 50 el aspecto de las iglesias españolas. Fisac fue uno de los primeros miembros del Opus Dei, al que perteneció durante casi 20 años (desde febrero de 1936 hasta 1955) conociendo y tratando personalmente a su fundador Josemaría Escrivá de Balaguer, al que ayudó a cruzar a pie los Pirineos durante la guerra civil española, y formando parte de su plana mayor[cita requerida]. Posteriormente a su salida de esa institución religiosa, declaró que siempre se había sentido incómodo en ella, y que su salida le costó 15 años de paro. Tres años después se casó con una periodista muy joven, con la que tuvo varios hijos. Cuando en 1999 el Ayuntamiento de Madrid permitió la demolición del emblemático edificio de Laboratorios Jorba, conocido como La Pagoda, ubicado en la autopista de entrada a Madrid desde Zaragoza; se produjo una ruidosa polémica. Algunos periodistas llegaron a culpar de su demolición a supuestas intenciones "malignas" de alguna persona del Opus Dei, declarando él que las personas que derribaron la Pagoda no iban "por un buen camino espiritual". Finamente se supo que en realidad el derribo se debió a causas más vulgares. Los propietarios deseaban construir en su lugar un edificio mucho mayor, aprovechando su privilegiada situación, y su derribo se posibilitó por un inexplicable olvido de incluirlo en el catálogo de edificios protegidos por parte de un historiador de ideología izquierdista, nada sospechoso de pertenecer al Opus Dei ni a ninguna otra institución religiosa, encargado de la revisión de ese catálogo. Ese inexplicable olvido permitió que sus propietarios obtuvieran grandes beneficios económicos, privando a la ciudad de uno de los mejores edificios de arquitectura del siglo XX, por lo que el Ayuntamiento ofreció reconstruirlo en otro lugar, lo que el arquitecto desechó. Dada la gran calidad de ese edificio, la demolición fue muy criticada, como difícilmente justificable: Enrique Domínguez Uceta escribe en "El Mundo": "El injustificable derribo del edificio de los laboratorios Jorba vuelve a poner de manifiesto la gravísima situación del moderno patrimonio arquitectónico del siglo XX en nuestra ciudad ("Fisac y el patrimonio del siglo XX"). Este talante independiente le hizo, entre otras cosas, renunciar a construir el rascacielos más alto de Europa en Benidorm. En 1954, recibió la Medalla de Oro de la Exposición de arquitectura religiosa de Viena por la realización de la iglesia del Seminario de Arcas Reales, en las afueras de Valladolid.





A partir de 1959 inicia su época más inquieta y personal. El material del que se sirve es el hormigón pretensado en forma de piezas huecas que parecen huesos y reúnen las condiciones de una gran ligereza y resistencia. Con la independencia que le concede su ya reconocido prestigio profesional, y desde la autonomía de su nuevo enclave en la casa construida en 1957 en el Cerro del Aire (Alcobendas), donde se traslada tras contraer matrimonio el 11.01.1957 con Ana María Badell Lapetra, de la que tuvo tres hijos, Anaïck, Miguel y Taciana. En esta etapa se inicia en una fructífera relación experimental con el hormigón armado, material que encuentra adecuado para asumir sus analogías sobre «vigas-hueso», piezas prefabricadas que consiguen resolver el problema de salvar grandes luces, controlar la iluminación cenital y evacuar las aguas de lluvia. Yuxtapuso las formas, deconstruyó los edificios segregándolos en elementos irregulares con una expresividad minimalista de nuevo cuño, precursora de tendencias del futuro, y experimentó con soluciones innovadoras: encofrados flexibles con plásticos y cuerdas, para los muros de hormigón, los vicrios sujetos al hormigón con neopreno y la cubierta postensada. Ejemplos de estas experiencias son los Laboratorios farmacéuticos Made y el Centro de Estudios Hidrográficos, ambos en Madrid, donde la coincidencia tectónica entre estructura y especialidad alcanza su mayor esplendor. Tradujo las nuevas exigencias litúrgicas emanadas del Concilio Vaticano II en la personal caligrafía de muros curvos y superficies tensadas que constituyen su principal aportación a la arquitectura religiosa. Como puede comprobarse en sus proyectos de iglesias en Escaldes (Andorra), Dominicos (Alcobendas), La Coronación (Vitoria), La Asunción y Santa Ana (Madrid), o Santa Cruz (La Coruña). Su método proyectual, basado de manera sintética en las preguntas ¿dónde? ¿qué? y ¿cómo?, nos conduce a un interés tan contemporáneo por las cuestiones sobre el lugar, la técnica y la funcionalidad, como resulta de su obra ahora comprendida como un recorrido unitario, personal y comprometido con el humanismo. Fue este el que le inclinó hacia un pesimismo proverbial, que le llevó a quejarse en sus últimos años de que «los arquitectos ya no buscan la felicidad de la gente» y de que «la sociedad está mal construida y se encamina al abismo», y propuso una fórmula urbanística para combatir estas tendencias, la ciudad convivencial, en su libro La molécula urbana. Igualmente, estudió la arquitectura popular a causa de su adecuación a los entornos específicos y las culturas humanas asentadas en un modo concreto de entender la vida. Airado con el presente y con la profesión, afirmaba que no le gustaba ningún arquitecto español contemporáneo.

En Madrid, en el nuevo barrio de Moratalaz, construyó la parroquia de Santa Ana, donde domina el cemento visto, que cubre una expresión de espiritualidad que, parece trasladarla a las profundidades de una gruta paleocristiana o catacumba. Otra realización destacada es el convento del teologado de dominicios de Alcobendas, muy cerca de Madrid. De él destaca la iglesia, de ladrillo, con vidrieras muy discretas de color y donde la atracción hacia el altar se consigue por medio de la convergencia de sus dos zonas enfrentadas: la destinada a la comunidad religiosa y la de los fieles, ambas estrechándose hacia el. La parroquia de la Coronación, en Vitoria, presenta la misma intención de dirigir hacia el altar la atención de los fieles. Una de las características comunes de todos sus edificios es que no guardan ninguna simetría. Los muros están dispuestos en juego de rectas y curvas; las vidrieras monocromas y multicolores, realizan la desnudez de las paredes, donde todo queda envuelto en la más absoluta sobriedad.



Al final de los años sesenta depura aún más su arquitectura, prescinde de su preocupación por lo popular y centra su atención en las posibilidades de los nuevos materiales, en especial el hormigón pretensado, invento que patentó, y postensado, ensayando originales sistemas de prefabricación. El hormigón fue su material predilecto. Una de sus últimas obras fue el polideportivo y piscina cubierta de La Alhóndiga en Getafe (Comunidad de Madrid), donde empleó vigas de 51 metros de longitud, «las más largas de Europa», presumía. Utilizó el hormigón pretensado en muchas de las obras que llevan su firma: «El hormigón es el material de nuestro tiempo», proclamó. «Yo pensé que el hormigón pretensado sería muy utilizado por los arquitectos. Pero ni en España ni fuera trabajan con ello. Sin embargo, son los ingenieros de todo el mundo los que lo usan». En 1984 dirigió las obras de restauración y acondicionamiento del sacro convento y castillo de Calatrava la Nueva, en la provincia de Ciudad Real. En la edición de 1991 de la Feria de Arte Contemporáneo (Arco 91), celebrada en Madrid en el mes de febrero, fue el encargado de las Jornadas de Arquitectura. Muchas de sus soluciones en hormigón pretensado están patentadas en España, Estados Unidos y otros países. De algunas de ellas existen ya fábricas que producen estas piezas prefabricadas. Consultor en el extranjero en diversas ocasiones, entre ellas, para el estudio del Santo Sepulcro de Jerusalén y la reconstrucción de la Catedral de Manila, desarrolló una intensa labor cultural en conferencias y cursillos sobre problemas de arquitectura y urbanismo, en artículos de periódicos, diarios y revistas generales, y en revistas profesionales españolas y extranjeras.






HUESOS VARIOS




El día 12 de Mayo de 2006, festividad de Santo Domingo de la Calzada patrón de los Ingenieros de Caminos, falleció en su domicilio madrileño el arquitecto Miguel Fisac Serna, quien pasa por ser uno de nuestros referentes en el campo de la arquitectura española. Con objeto de dedicarle un homenaje especial, se plantea una investigación sobre uno de los temas más interesantes de la producción del arquitecto, como son sus famosos “huesos”, es decir vigas de hormigón pretensado de secciones huecas con formas similares a estructuras óseas.
Se creó así un equipo de trabajo que creció por la geografía nacional y se hizo multidisciplinar e intergeneracional, mezcla de la sabiduría de nuestros mayores y del entusiasmo de los más jóvenes. El cuadro final arroja un estudio de unas trece piezas, agrupadas por familias y dispersas en más de una veintena de localizaciones muchas de ellas aún en pié.
El resultado se traduce en una gran labor de documentación y en el estudio minucioso de los procesos y patentes que hicieron posible la creación de estas formas, poniendo de relieve la estrechísima relación del arquitecto con la ingeniería del momento.
De este modo junto con la figura de Miguel Fisac resurgen del olvido dos nombres de importancia vital en esta historia : Ricardo Barredo y Vicente Peiró, el primero procedente de la ingeniería civil con sus patentes para postensado y el segundo un gran prefabricador de forjados y paneles de fachada a quién se deben sorprendentes inventos en el campo del encofrado de piezas huecas.
Sirva este trabajo como sincero homenaje a toda una generación de técnicos que protagonizaron una excepcional historia; la historia de los Huesos.

Fermin González Blanco.




 



Fuente:
wikipedia
http://www.fisachuesosvarios.com/es/index_02.html
http://fundacionfisac.org/guia/index.php

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